¡Hola a todos!
Así como disfruto mucho de salir a comer afuera, ver distintas cosas del menú, la atención, etc., algo que me llena el alma es cocinar para mis seres queridos.
Algunas mujeres pueden pasar horas adentro de un shopping... otras, adentro de un gimnasio. Yo soy de las que puede pasar horas en el supermercado descubriendo nuevos productos y después otras cuantas horas en la mesada de mi cocina, frente a la heladera o al horno viendo como todos esos ingredientes seleccionados comienzan a fusionarse y desprenden aromas increíbles.
Y después, lo mejor: mirar las caras de los invitados cuando ven y prueban los platos. Una sonrisa ya lo dice todo. A veces es solo eso, a veces son palabras, a veces una seguidilla de onomatopeyas. Cualquier gesto es suficiente y para mi no hay nada más satisfactorio, nada que haga más feliz que ver a un comensal contento disfrutando una buena comida. Agasajar a las personas de esta forma es mi manera de decir cuánto los quiero.
Me gusta organizar comidas en casa e invitar a mis amigas por ejemplo, a pasar el rato mientras comen algo rico. En general intento tener algo para picar (un pancito rico, una entrada) para que a medida que vayan llegando puedan degustar algo mientras termina de prepararse el plato principal. Una vez en la mesa, viene la comida y luego, el postre. Si, ¡ensucio absolutamente todo recipiente que existe en mi casa! Pero ese es un detalle insignificante al lado del enorme placer que es recibirlas.
También me encanta hacer cosas temáticas. Hace un par de meses, el 1ro de julio, cumplimos un año de un gran viaje que hicimos con mis amigas a Nueva York. Allí pasamos un mes completo, donde nos llegamos a conocer a fondo y vivimos muchísimas cosas. Así que, un año después, decidí hacer una cena americana. Decoré todo con los colores rojo, azul y blanco, preparé un video con fotos del viaje y cocine los clásicos mac 'n' cheese y una cheesecake de frutos rojos ¡Alucinante!
Esta vez, las esperé con unas trenzas de queso. La masa se deshacía sola ya que tenía una gran parte de manteca. Como plato principal preparé unos pinchos de pollo acompañado de ensalada tabule. Para los pinchos, corté tres pechugas en cubos grandes y los mariné en aceite de oliva y chimi fume (una mezcla de ají molido, pimentón, humo, orégano, albahaca, flakes de ajitos confitados y perejíl comercializado por Ricco). Además, corté grandes cubos de cebolla, morrón y limón (este tip lo saqué de mi mamá - el limón le da al pollo un sabor riquísimo). En el palillo de madera coloqué un cubo de pollo, una cuarto de rodaja de limón, un cubo de cebolla, pollo, morrón, pollo, limón. Primero los sellé en una plancha bien caliente y luego terminé la cocción en el horno. Para la ensalada tabule, hidraté el trigo burgol en agua hirviendo, corté los tomates en cubos pequeños y la cebolla de verdeo en rodajitas. Integré todo y condimenté con aceto balsámico y aceite de oliva.
El postre - una charlotte de frutas frescas rellena de una bavaroise de chocolate blanco. Siempre las llamo 'mis conejillos de indias' ya que muchas veces pruebo recetas nuevas para ver si son correctas o si les falta algo, para que la próxima vez pueda realizarla con mis toques personales. Este fue el caso. De igual forma, las chicas estuvieron muy contentas con su postre y ¡no sobró ni un pedazo!
Felicidad plena.
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